Sólo el fuerte sobrevive, límpiate esas lágrimas.

He aprendido que la vida es un momento, un pequeño instante. Vivimos planeando el mañana, intentando comprender el ayer, y mientras dejamos escapar el día de hoy. Vivimos buscando el momento perfecto, la vida perfecta, el sueño perfecto, la persona perfecta, pero no hay momentos, ni vidas, ni sueños, ni personas perfectas. Así que, simplemente vive tu vida y hazla perfecta, pero a tu manera.

jueves, 2 de febrero de 2012

A sonreír se aprende habiendo llorado mucho. Cuando te suena demasiado cualquier principio y cuando deja de sorprenderte cualquier final. A sonreír se empieza cuando se aprende a soñar bajito. Y hay muchísimas maneras de estirar la boca. Para empezar, uno puede sonreír para sí mismo o puede sonreírle a otro. Se trata de sonrisas completamente distintas, sobre todo porque mientras la primera es por donde se escapan ideas alegres y recuerdos que no se pueden borrar, la segunda constituye el símbolo universal de la complicidad. En este último caso, muchos aseguran que dedicarle a alguien tus labios puede resultar tan contagioso como un bostezo en el metro. Creo recordar haber leído que el ser humano, junto a algunos primates, es el único animal del planeta que no enseña los dientes como señal de defensa o agresividad, sino justamente de todo lo contrario. Y hay muchos tipos de sonrisas: Sonrisas de idiotas y sonrisas de listillos. Sonrisas falsas, sonrisas malignas, sonrisas tímidas, arrogantes, sonrisas payasas y sonrisas desesperadas. Sonrisas que invitan a un primer paso y sonrisas que declinan toda invitación. Sonrisas verticales, horizontales, de medio lado, de medio pelo y hasta en diagonal. El catálogo de sonrisas humanas se complementa con formas de bocas, accidentes faciales y jardines dentales, hasta crear las infinitas combinaciones que en teoría, y sólo en teoría, deberíamos estar presenciando continuamente. Para cualquier otra expresión física, hay que tener muy en cuenta cuándo se manifiesta, para la sonrisa no. Da igual la situación en la que te encuentres, una sonrisa bien dibujada siempre te va a ayudar, a ti y seguramente a los demás también. Y no confundamos, sonreír no tiene nada que ver con reír, simplemente comparten letras. La sonrisa crece, la risa estalla. La sonrisa calla, la risa berrea. La sonrisa escucha, la risa habla. Pero si se puede sonreír incluso mientras se llora, con eso está todo dicho. De cualquier modo, si hay algo que realmente me fascina del acto de sonreír es lo mucho que se obtiene frente a lo poco que cuesta. Lo poco que abunda frente a lo gratis que es. Lo bien que conocemos el teorema y lo poco que lo ponemos en práctica, pero inevitablemente, sonríes.

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